Los músicos, actores y artistas son trabajadores de la cultura, parte fundamental del entretenimiento de una sociedad que, cada vez más, necesita de esos espacios para escapar por un momento de la realidad y así entregarse al disfrute y el ocio. Pero atrás de una obra, de un recital, de un show hay otros trabajadores, los más silenciosos pero no menos importantes. En BHInfo te invitamos a conocer parte importante del armado de un espectáculo, las personas que hacen que nada falle, los que están en todos los detalles y, casi nunca, salen en la foto: los trabajadores de la cultura.
Eduardo Clair es sonidista, por formación y por tradición, desde muy chico se interesó en la industria y eso se fue extendiendo a sus hijos. El 16 de Diciembre, el temporal en Bahía Blanca hizo que Eduardo y su familia pierdan casi la totalidad de sus equipos de sonido al derrumbarse la pared de la cancha auxiliar del club Estudiantes, pero se pusieron de pie, como tantas veces y hoy siguen girando. Eduardo nos cuenta sus inicios y un poco de su extensa historia en el rubro:
Allá cuando tendría 10 años empiezo con la música, Papá había sido músico, entonces mi casa estaba llena de instrumentos y tenía esa facilidad de tener todas esas cosas al alcance y empecé a experimentar con la música y en aquellos comienzos usábamos un equipo de Papá que tenía una cosa muy rústica y antigua, con un control de volumen para la voz y una guitarra, en esos dos canales enchufábamos y hacíamos nuestros primeros experimentos musicales con el sonido y esa pasión fue creciendo, recuerdo que Papá me compró una consola de 8 canales, fuimos a Buenos Aires y en ese momento había que ir allá a hacer todas esas cosas y compramos un amplificador y empecé a experimentar con el sonido.
A medida que iba pasando el tiempo, iba tocando con bandas, yo me empiezo a comprar un par de columnitas, armar unos baffles, y yo trabajaba, estudiaba e invertía mi plata en esas cosas, fue un caminito de hormiga porque todo era muy costoso. Las bandas empezaron a ver el sonido que tenía yo, 'uy che, está bueno Eduardo', y bueno, y cuando quise acordar estaba sonorizando bandas, amigos en su momento, luego iba a cambiar de pasión porque fue un proceso, yo paso de mi pasión como músico a bajarme del escenario y convertirme en sonidista.
Básicamente comprendo mi profesión, más allá de lo técnico. Con los años me especialicé, estudié. En esta profesión, hay una parte artística. Esto siempre es conversado en el ambiente porque uno puede saber mucho de la parte técnica, teórica, uno puede hablar de longitud de onda, de inversión de fases, las teorías del sonido, frecuencia, amplitud, longitud de onda, bueno todo es como, hasta se vuelve muy aburrido, pero más allá de saber todo eso técnicamente y ser un gran ingeniero de sonido, después hay una parte que es innegable, que es artística.
Cuando uno se pone atrás de un control de sonido, cuando uno tiene en sus manos el control del volumen de cada instrumento, momento, la ecualización, los colores del sonido, es una parte artística donde uno puede hacer brillar a un grupo musical, a una banda o puede destruirla. En ese concepto siempre reparo, porque ahí está la parte artística de esto que tanto me gusta.
Con los años también estuve en estudios de grabación donde uno comparte muchas horas con músicos, con pares y trabaja desde adentro. Yo siempre digo, uno es parte de la banda, es un músico más. Nosotros estamos para que ellos hagan su mejor interpretación, para que el artista, puede ser un DJ, puede ser música creativa, clásica, tango, folclore, rock, pueda interpretar de la mejor manera su arte y a su vez nosotros estamos para que también ellos se escuchen técnicamente arriba del escenario para poder lograr lo que ellos quieren interpretar.
Lo mismo en el estudio de grabación donde uno se compromete mucho más, va mucho más adentro de la idea, de una composición. Es una pasión que te atrapa y que cuando uno obviamente logra vivir de eso, como todos los que hacemos un trabajo en la vida, que tenemos la suerte de trabajar de lo que nos gusta, es maravilloso.
Anécdotas tengo un montón, he trabajado con Pity Álvarez, con Violadores, Intoxicados. No te quiero mentir, pero entre el 99 y el 2000, Club Universitario de los Violadores, esa banda de rock, punk, que cantaba 'Uno, dos, ultraviolento', para poner a los más jóvenes en situación. Habíamos terminado el show, en primer lugar que los operé yo, porque habían tenido un problema con el técnico sonidista, y los opero yo, una noche maravillosa operar a Los Violadores, en mis principios era bárbaro.
A las 6, 7 de la mañana cuando termina el show y empezamos a cargar, me toca el hombro el baterista de Los Violadores preguntándome por la banda, se fueron los muchachos, le digo, ¿Cómo que se fueron? sí sí se fueron y la pregunta de él fue ¿Dónde estoy? porque él no sabía dónde había ido a tocar y quiero poner en situación a la gente porque no había celulares, no había forma de llamar, ¿Dónde me venían a buscar? el tipo me pregunta ¿Para dónde está la terminal de Omnibus? y le señalo hacia la izquierda, voy a la vereda del Club Universitario, estamos hablando de Alem y San Juan y le hago así, cuando llegues al Teatro Municipal, volvé a preguntar, pero el tipo no tenía plata, no tenía billetera, no tenía absolutamente nada, bueno pero de esas en el rock hay muchas.
Personas a las que le guardo mucho cariño está Rubén Juárez, este gran músico de tango que cuando venía a Bahía Blanca me llamaba y me decía Eduardito vas a estar vos en el teatro porque quiero que me operes vos, y yo compartía con él mientras que él se tomaba un whiskicito en su momento relax, él me decía lo que iba a hacer y cómo iba a tocar y qué es lo que quería y aparte me contaba anécdotas.
Esta es una profesión linda de la que seguro no te aburrís y de mucho crecimiento personal, mil anécdotas, muchos amigos, coseché muchos amigos, muchas ciudades, muchos pueblos, mucha gente linda. Es un trabajo sacrificado, tiene lo suyo, cargar, descargar camiones, cuando hacés un back to back de una gira, prácticamente no dormís, no es fácil, pero bueno, es hermoso.
Darío Weber es productor de shows desde hace más de veinte años, hoy desarrolla la actividad junto su socio, Gustavo Rodríguez. Su primera experiencia en el rubro data de 1998 cuando trajo a Vox Dei a Bahía Blanca, al Club Estudiantes. Esos nervios de la primera experiencia le costaron cuatro días de diarrea y ganar $ 500. A partir de ahí, no paró y es el encargado de producir la mayoría de los grandes espectáculos que pisan la ciudad y la zona, el verdadero encargado que 'todo salga perfecto':
Lo más grato de esta profesión es organizar, entrar en un lugar y saber dónde van las cosas, dónde va un escenario, dónde se puede realizar el show, si fuese un lugar que no tenga escenario, el armado, coordinar horarios. Lo más grato es que el artista se vaya siempre conforme. El artista y los managers, el motor de una banda. Y lo ingrato puede llegar a ser que el artista no se vaya conforme y lo riesgoso de lo que es esta profesión. Esta profesión tiene tres casilleros, local, empate y visitante. Los empates se festejan y mucho.
Anécdotas hay un montón, en el 2002 estaba en la producción de Los Nocheros y llegó un chico discapacitado que no lo parecía. En ese momento con los carnet de discapacidad y demás, había mucha gente que aprovechaba y los hacía truchos. Como no se veía que tenía una discapacidad, lo dejamos pasar, pero le dijimos, bueno, ya que tenés el carnet, pasás vos, pero el acompañante, no. Y el señor nos responde que él lo necesitaba por si tenía que ir al baño. Entonces no entendíamos nosotros por qué nos decía eso. Así que bueno, le preguntamos, ¿Y por qué? ¿Por qué lo tenemos que dejar pasar? Y, por si tengo que ir al baño, y nos mostró, nos levantó las manos, y bueno, mirá, pobre, dos manos de madera. Así que bueno, entendimos la situación, nos sonrojamos, pedimos disculpas y siempre nos reímos de lo brutos que fuimos en ese momento.
Estábamos haciendo el show del Cuarteto de Nos en Monte Hermoso y se venía una tormenta de esas importantes, de las cuales llueve un ratito pero te arruina un show. Entonces los chicos del Cuarteto de Nos habían ido todos en malla y el batero estaba en zunga y se pusieron a hacer la prueba del sonido y se venía, se veía que se venía la tormenta. Entonces en vez de posponer adelantamos el show para que puedan tocar y terminaron tocando los chicos sin irse a cambiar, ni la zunga ni las mallas, ni nada, así como estaban tocaron y en un momento se largó a llover y el cantante terminó cantando con una bolsa en la cabeza y el resto de los músicos con sombrillas para que no se mojen los instrumentos. Fueron esas típicas lloviznas de verano que molesta, moja poquito, así que bueno, quedó como una anécdota fantástica porque el show se pudo hacer y no hubo que reprogramarlo.
Inauguración del Teatro Don Bosco, gestión Volpe - Sur. Resulta que vino un artista, de los más importantes del país, y vino un día antes, ¿entendés? Y yo dije, guau, qué profesional que es, qué lindo, laburar con gente así y demás, porque nosotros hacemos mucho rock and roll, se acostumbra que llegan a la mañana y, bueno, hacen la prueba de sonido a la tarde y a la noche toca y después se van a otra ciudad. Pero bueno, como esta era muy puntual, dije, qué copado. Bueno, salió el grupo a cenar, fueron a cenar ahí a la calle Belgrano al 200, un lugar privado, ahí estaban en un reservado, y después salieron a una cervecería en la calle Alem, que era la primera, que era la 1 y el chabón en un momento se peleó con un mozo, perdió los lentes, casi terminamos en la comisaría y sin hacer el show. Al otro día, la manager quería que mi socio Gustavo Rodríguez, alias El Tribi, vaya a buscar los anteojos, y Gustavo le dijo, ustedes se pelearon con el mozo, así que bueno, vayan a buscar ustedes. Terminó la manager en una óptica comprando unos anteojos para el show.
En otra ocasión, con un grupo de gran convocatoria trajeron un sonidista que creía que era el sonidista de los Stones, con mil exigencias pidió dos grupos electrógenos, gastando fortunas. Arrancó el show, 2000 personas, en el medio del show, el electricista de la banda conecta mal unos de los grupos electrógenos y uno de los equipos de bajo explotó, y nos querían echar la culpa a nosotros. Y publicaron en las redes 'BB Mala leche', los técnicos. Hicimos una captura de eso, fuimos al hotel y le tiramos toda, pero toda la plata al manager en la cama de la habitación. Finalmente ese técnico se quiso subir al colectivo y le dijeron que no, acá tenés la plata y lo dejaron en la ciudad.
Un show que tengo guardado en la memoria es Casi Justicia Social, agarramos una papa caliente porque era el primer show después de Cromagnon e hicimos Bahía Blanca y Santa Rosa, encima poco tiempo después del suceso de la bengala en el Autódromo de La Plata con La Renga, de un chico de Ingeniero White. A Pato Fontanet lo estaban juzgando y tuvo que hacer toda la gira con la tobillera, y con un periodista de Rolling Stone que lo siguió por todas las ciudades. Fue muy loco y lo tengo muy grabado en el corazón, se había creado un River - Boca, de gente que quería que se haga el show y otra que no, que decían que los músicos era asesinos. La música no mata. Ese show lo voy a tener muy presente.
Otro show que no me voy a olvidar es el recital del Indio Solari en Gualeguaychú, que fui contratado en 14 de de los 17 shows que hizo Solari como solista. Pero el show más marcado de esos fue el de Gualeguaychú, porque llovió durante una semana seguida hasta el día del recital, fue muy traumático, lindo, triste y cómico, se parecía a una obra de teatro. Estaba la tragedia y la comedia. Se trabajó durante toda una semana o 15 días para el ingreso de los colectivos.
Se clavó el primer colectivo, en la primera calle de tierra que hubo, quedaron todos parados hasta la ruta y parte de la ruta y después en el mismo show nosotros nos encajábamos dentro del hipódromo con cuatriciclos. Trajeron piel de arroz, que sería la cáscara de arroz para secar dos días antes del show y hubo una reunión previa que se decía de suspender, pero ya había como 50.000 personas, así que era imposible de reprogramar. Eso fue un hermoso show, un digno show del Indio Solari.
Daniel Abalo es iluminador, es el que le da color al show, el que le da vida, magia y resplandor. Va a cumplir, en poco tiempo, diez años en la actividad y la mayoría de las bandas de la ciudad quieren que 'Dani' sea el que tome las riendas lumínicas de sus presentaciones... por algo será:
Yo arranqué a laburar a fines de 2015, principios de 2016, como técnico en el Teatro El Tablado, haciendo las técnicas de luces, residiendo ahí, y también me ha tocado operar varias obras ahí, todos los fines de semana, algunas iban con su propio iluminador, y otras trabajábamos ahí. Así que un montón de teatro, de todos los colores.
Y después, de a poco, empecé a trabajar con algunas bandas de rock, que ahí encontré como el lugar que más me gustaba, trabajé con Helaguiar, con Mafankeque, con Big Mamma, y ya me dediqué un poco más a eso, a trabajar con las bandas. Empecé con las bandas por ahí iban a tocar a festivales, a festivales de la primavera en Monte, a festivales que venían en su momento, que se hicieron en el Parque Boronat. Y después, también algo que me tocó hacer es acompañar a un montón de artistas bahienses, en su primer Rossini, que es como un gran paso para las bandas locales llegar a ese lugar.
Ahí fui, por ejemplo, con Proletarios, fui con Korova, con Miniaturas, con Helaguiar, con Soldadores Sin Careta, con Luceros, el ojo daltónico, que ahí tocó varias veces. Y después con Luceros, empecé a trabajar hace unos años, una banda que me encanta y que son unas personas tremendas, con ellos me ha tocado ir al Quilmes Rock, fuimos al Teatro de Flores, a Cipoletti también, festivales grandes, que se aprende un montón, cada vez que vas a algún lugar aprendés muchas cosas. Me tocó hacer Estudiantes con ellos, en Casanova, también tremenda experiencia, siempre acompañado de un gran equipo, después también hicimos, con ellos, La Fisa, uno de los últimos shows.
En cada fecha, aprendés algo nuevo, ahí adquiero mucha experiencia, se aprende mucho y me gusta, disfruto. Es algo que tiene este laburo, la mayoría de los que laburan en este rubro, lo hacen porque les gusta, entonces se disfruta. A veces hay laburos que son pesados, son largos, pero a la hora del show, se disfruta un montón.