Más de una vez el término se confunde por el ploteo que
tienen las ambulancias. Se lee “SAME”, porque las unidades llegaron desde
Buenos Aires y la inversión para “tunearlas” no se justifica, pero en realidad
el servicio es del SIEmPre: Sistema Integrado de Emergencias Prehospitalarias.
En simples palabras, las ambulancias públicas y municipales
que responden a los llamados que se efectúan al número 107. Por estar todo el
día en la calle, el acopio de historias es innumerable, pero en BHInfo nos
propusimos, a modo de reconocimiento, dialogar con uno de sus trabajadores del
volante, para graficar cómo es su día a día.
Marcelo Andrada es chofer del SIEmPre hace cuatro años, con
paso previo por Defensa Civil, y para romper el hielo aseguró que “un día de
guardia como chofer de ambulancia la verdad que es algo poco rutinario. Es algo
muy lindo. Te genera esa incertidumbre de no saber con qué nos vamos a
encontrar cuando salimos porque tenemos distintos llamados, ya sean desde
códigos verdes a códigos rojos. Está esa cierta incertidumbre de estar atentos
para ver qué es lo que pasa y en qué podemos acercarnos a ayudar a la comunidad”.
En esa línea, y sobre si su paso por Defensa Civil lo nutrió
de herramientas útiles o este trabajo es radicalmente opuesto, el chofer
aseguró que “es un trabajo totalmente distinto, pero me sirvió mucho haber
pasado por ahí. La verdad que los años que estuve en esa oficina fueron muy
bien aprovechados y estoy siempre muy agradecido porque al puesto en el que
estoy hoy los puedo aplicar”.
De la mano con eso, explicó que “todo ese tipo de
conocimiento agregado a lo que uno aprende en un trabajo específico como es el
del chofer, que siempre termina siendo más que manejar el móvil. Siempre es
colaborar con los enfermeros, con el médico, estar atento, ayudar. La verdad es
que me sirvió mucho Defensa Civil”.
En otro pasaje de la charla, y sobre lo más duro que le tocó
atravesar en estos ya 4 años dentro del SIEmPre, no dudó en asegurar que fue “la
tormenta que tuvimos, la del 18. Fue muy fuerte. No estaba de guardia ese día,
pero me tocó venir en refuerzo de guardia, porque la verdad es que se desbordó
todo, estaba todo colapsado”.
Según recuerda, “vinimos, nos acercamos con compañeros de
manera voluntaria, llegamos de la manera que pudimos llegar, armamos otro móvil
y salimos a trabajar, salimos a la calle y la verdad que fue algo que no había
vivido nunca. No poder hacer dos cuadras seguidas porque tenías un árbol que te
estaba tapando, gente corriendo, gente desesperada”.
Y continuando con su relato, rememoró que “me pasó de estar
acá en la base, de estar yendo, viniendo y en una de las paradas aparece una
camioneta en contramano, en pleno centro, por calle Casanova. Era un hombre que
estaba buscando a la familia, que no sabía nada, que había ido al hospital, no
le quisieron decir nada, fue al otro hospital, estaba recorriendo. Vio las
ambulancias y se vino desesperado donde estábamos nosotros, buscando a la
familia. Fue muy fuerte eso. No me tocó llegar hasta el club donde pasó todo,
pero sí recorriendo la ciudad. Era un desastre por todos lados. Hacías una
cuadra y te encontrabas con una persona que te pedía ayuda, hacías la otra,
estaba cortada. Colaborar con Defensa Civil, Bomberos, Policía… fue algo que yo
no había vivido nunca”.
Cambiando el clima de la nota y yendo a lo más lindo que vivió
en una ambulancia, Marcelo rememoró que “fue muy gratificante la vez que nos
llamaron por una persona que se encontraba descompuesta. Tenían un bebé y la
señora se sentía mareada. El muchacho es policía. Llegamos y justo un chico que
salía del edificio nos abrió la puerta, si no teníamos que esperar que llegue
el resto de los recursos y la rompan. Golpeamos la puerta del departamento
interno y de adentro un hombre responde que se sentía perdido”.
Ante esa situación “por la ventana le pedimos que por favor
nos alcance la llave. Llegó a dárnosla. Cuando abrimos, nos encontramos con el
hombre pálido a nada de desmayarse, la señora, tirada en el piso haciendo
convulsiones y al lado un bebé que estaba llorando. Todo por monóxido”.
Con ese cuadro “enseguida abrimos todo, ventilamos, llegó
Defensa Civil y los trasladamos. La pareja que terminó yendo a la Cámara
Hiperbárica en Punta Alta. Bueno. Tuvimos la posibilidad de hacer el traslado
de la familia para ese tratamiento y después el alta hasta Bahía Blanca
también. Fue muy gratificante saber que los ayudamos, y de cierta forma se
generó un vínculo muy lindo con ellos”.
Por último, y a raíz de todas estas experiencias fuertes, la
consulta giró en torno a si este tipo de trabajos, en cierto punto, los insensibiliza,
aunque para Marcelo Andrada “no sé si es la palabra que lo describe
correctamente. Uno se termina de cierta manera acostumbrando a pasar ciertas
situaciones, a poder acomodarse, a tener la calma de organizar las cosas, de
ver cómo actuar, cuál es la mejor manera, todo ese tipo de cosas te lo da la
misma calle”.
Sumando que “el estar todo el tiempo viviendo ese tipo de
situaciones yo creo que te lleva a mantener la calma en momentos donde
cualquier otra persona que no está acostumbrado, que no está relacionado a lo
que es la emergencia se puede sensibilizar más que nosotros por la situación”.
“Nos capacitamos y es la mejor forma para poder estar
preparados y que no nos agarre ningún imprevisto” finalizó.