Domingo 20 de diciembre de 2020. Contexto, plena pandemia mundial por el COVID-19. No había vacunas, para algunos VIP si, y por ese entonces, los espectáculos masivos como los habíamos conocido, parecían inalcanzables.
Entonces, una buena idea desde todo punto de vista. Poner en valor un histórico lugar para la cultura bahiense, aprovechar su estructura al aire libre para poder hacer un evento de concurrencia masiva, devolverles a los artistas locales un espacio que era de ellos y que estaba abandonado y, por último, darle un respiro y algo de alegría a los artistas y a los bahienses en medio de una situación inédita.
Ese 20 de diciembre “La Isla” del Parque de Mayo volvió a vivir. La música de Arrapiezo nos sacó del estado de angustia que arrastrábamos desde hacía meses. Los artistas locales tenían un espacio para hacer lo que mejor hacen en un momento donde todo se suspendía.
A partir de esa fecha y hasta el año 2023 decenas de bandas y solistas de la ciudad fueron pasando en un lugar que no paró, ni en invierno ni en verano, por donde pasaron Pecadora, Fantabulósikos, La Masturbanda, Zoom, Juanito Miel, Big Mamma, Andr0, Soldadores sin Careta, Esa Fulanita, Rufinas, Flavia Fuentes, Verde Tuna, Good Funk, Queen Rocks, Tachame la Doble, Bora Bora, Falsa Dicotomía solo por nombras algunas; y hasta se dio el lujo que una banda nacional como Rayos Láser se pueda subir y desplegar su música, de manera gratuita, para todos los bahienses.
"La Isla" estaba en constante mantenimiento, no solo por los reiterados actos de vandalismo que sufrió, sino para embellecerla, entendiendo que era un lugar de reunión y una fuente de trabajo para emprendedores, sonidistas, artistas y gastronómicos. Tal es así, que, a mediados de 2021, la muralista Mikele Irazusta le dio su impronta a un sector del escenario, sumándose a las tareas de restauración de la pérgola, mampostería y pintura que realizaba periódicamente una cooperativa de trabajo.
Sin embargo, y sin explicación, con el cambio de gobierno municipal todo el sector pasó al olvido. No solo no hubo más eventos culturales, sino que tampoco se siguió con el mantenimiento, como si la recuperación de un espacio para la cultura local, fuese un mal de otro espacio político al que había que olvidar.
El resultado, un lugar que supo tener vida hasta hace poco, se transformó en un espacio sin música, sin artistas, sin emprendedores, sin gastronomía, sin actividades, sin reuniones de amigos o familia para tomar mate y comer unos cubanitos. Todo eso, hoy pasó a ser un lugar inhóspito y peligroso. Una verdadera lástima.