Durante años, la pasta fue vista con desconfianza por
aquellos que buscan mantener la línea.
Sin embargo, la creencia de que la pasta es un enemigo del
peso saludable es un error común. Optar por opciones de pastas más saludables,
como las integrales, usar salsas livianas, comer una ensalada de entrada y
moderar la cantidad de queso que se le agrega son algunas de las
recomendaciones que dan los especialistas para disfrutar de un plato de esta
comida tan tradicional sin resignar el cuidado del peso y la salud.
Aunque los carbohidratos fueron demonizados, la pasta, en
particular, tiene un índice glucémico relativamente bajo en comparación con
otros alimentos como el arroz, lo que significa que no eleva tanto los niveles
de azúcar en la sangre. Trucos para comer pasta sin ganar peso:
Optar por pastas más saludables: Cambiar la pasta blanca por
versiones integrales o de legumbres, como la de lentejas o garbanzos, es una
opción ideal. Estas variedades son ricas en fibra y proteínas, lo que ayuda a
mantener la saciedad por más tiempo y evita picos de azúcar en la sangre.
Acompañamientos ligeros: Evitar las salsas cremosas y ricas
en grasas, como la carbonara o las a base de queso, y optar por opciones más
ligeras como la salsa de tomate casera, aceite de oliva virgen extra o hierbas
frescas. Estos acompañamientos aportan sabor sin sumar calorías innecesarias.
Controlar las porciones: Las cantidades adecuadas dependen
del peso, la edad y el nivel de actividad física. Para un adulto con peso
normal y una vida activa, se recomienda una porción de 125 g de pasta cruda
(aproximadamente media taza). Reducir esta cantidad si se trata de personas con
sobrepeso o menor actividad física.
Cocinar la pasta ‘al dente’: Preparar la pasta de esta
manera no solo mantiene su textura ideal, sino que también permite que el
almidón se libere más lentamente, lo que evita un aumento rápido de azúcar en
la sangre.
Consumir ensalada o verduras antes del plato principal:
Comer una ensalada con vinagre o verduras crudas antes de la pasta ayuda a
estabilizar los niveles de insulina y reduce la absorción del almidón, haciendo
la comida más equilibrada y saludable.
Almidón resistente: Cocinar la pasta y guardarla en la
nevera por 24 horas antes de consumirla fría transforma el almidón en fibra, lo
que disminuye su capacidad de engordar. Es ideal para ensaladas de verano.
Moderación con el queso: Aunque el queso es un complemento
habitual, se recomienda usarlo con moderación, optando por versiones de sabor
intenso como el parmesano, que permiten obtener el mismo sabor con menos
cantidad.