Las mascotas ofrecen algo más que compañía. Su amor incondicional puede contribuir significativamente al bienestar emocional y físico de las personas. Además de ser fuentes de alegría, tener animales puede disminuir el estrés, mejorar la salud cardiovascular e incluso ayudar a los niños a desarrollar habilidades sociales y emocionales.
Actualmente, alrededor
del 68% de los hogares en Estados Unidos tiene al menos una mascota, según los
Institutos Nacionales de Salud.
Aunque la investigación sobre las interacciones entre
humanos y animales es relativamente reciente, algunos estudios ya han
demostrado efectos positivos, determinan los NIH. Por ejemplo, la interacción
con animales puede reducir los niveles de cortisol, una hormona relacionada con
el estrés, así como disminuir la presión arterial. Además, la compañía de una
mascota puede aliviar la soledad, mejorar el estado de ánimo y reforzar los
sentimientos de apoyo social.
Uno de los enfoques actuales de la investigación del NIH es
estudiar cómo los animales pueden ayudar a niños con trastornos del desarrollo,
como el autismo y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
“No hay una única respuesta sobre cómo una mascota puede beneficiar a alguien”,
explica la Dra. Layla Esposito, investigadora del NIH. Por ejemplo, un perro
puede motivar a las personas a ser más activas, mientras que observar peces
nadando puede inducir una sensación de calma.
Los perros de terapia son conocidos por su capacidad para
brindar apoyo en entornos como hospitales y residencias. Según la Dra. Ann
Berger, investigadora del Centro Clínico del NIH, estos animales tienen la
habilidad innata de ofrecer atención plena. “Están presentes y saben cómo
brindar amor sin distracciones”, sostiene Berger. Estos perros ayudan a
pacientes con cáncer y enfermedades terminales a reducir el estrés y manejar el
dolor.
El impacto de los animales también se ha observado en el
aula. En un estudio con niños con TDAH, aquellos que leían en sesiones de
terapia a perros de verdad mostraron mejores habilidades sociales en
comparación con los que leían a marionetas. Además, niños con autismo se
sintieron más relajados al interactuar con cobayos, lo que mejoró sus niveles
de ansiedad y fomentó la cooperación con sus compañeros de clase.
Las mascotas también pueden fomentar el desarrollo de
rutinas saludables. Un estudio reciente encontró que adolescentes con diabetes
manejaban mejor su enfermedad cuando cuidaban de peces. Alimentar al pez y
limpiar su tanque regularmente ayudó a estos jóvenes a ser más disciplinados al
controlar sus niveles de glucosa en sangre, lo que es esencial para su
bienestar.
La investigación sobre las interacciones humano-animal sigue
avanzando para descubrir cómo estas relaciones pueden mejorar la salud tanto de
las personas como de los animales. Como explica el Dr. James Griffin, del NIH,
“el vínculo entre humanos y animales puede actuar como un puente hacia
interacciones sociales más saludables”.