Las acciones que realizamos al despertar son más
significativas de lo que imaginamos. Una rutina matutina bien estructurada
puede influir de manera positiva en nuestra salud física, mental y emocional,
promoviendo una vida más larga y saludable.
La forma en que comenzamos el día impacta directamente en
los ritmos circadianos, los cuales regulan procesos esenciales como la
producción de hormonas, el metabolismo y el ciclo de sueño-vigilia. Jeffrey
Egler, médico ejecutivo y director médico de Next Health, destaca que prácticas
matutinas consistentes pueden optimizar estas funciones, favoreciendo una salud
integral.
Uno de los primeros pasos para empezar bien el día es beber
agua. Tras varias horas de sueño, el cuerpo despierta deshidratado. Según el
doctor Egler, consumir un vaso de agua a primera hora mejora la digestión, activa
el metabolismo y ayuda a eliminar toxinas acumuladas durante la noche.
El desayuno es considerado la comida más importante del día
porque aporta energía y nutrientes esenciales. En uno de sus tantos libros,
Federica Amati, nutricionista y científica médica, sugiere consumir alimentos
ricos en proteínas, fibra y grasas saludables. Un ejemplo ideal incluye yogur
natural, avena con frutos rojos, frutos secos y semillas.
El movimiento físico al despertar ayuda a mejorar la
circulación, aumentar la flexibilidad y regular el ritmo circadiano,
especialmente si se realiza al aire libre con luz natural. La actividad no
necesita ser intensa: estiramientos, yoga o una caminata rápida son suficientes
para activar el cuerpo.
Para despertar completamente, no basta con abrir los ojos:
es crucial activar el sistema nervioso. Andrew Hogue recomienda en su estudio
realizar un ejercicio somático de tres minutos, como dar golpecitos suaves en
el cuerpo con los puños cerrados. Esta técnica estimula el sistema nervioso,
mejorando la resistencia al estrés y la salud celular.