OpenAI liberó al público su herramienta de creación de imágenes personalizadas en ChatGPT. La nueva función provocó la semana pasada un boom de virales, una tendencia de la que casi nadie quiso quedarse afuera.
Esta novedosa herramienta permite transformar fotos reales de personas en estilos artísticos específicos, como el popular estilo Studio Ghibli, y otros formatos inspirados en series como Los Simpson, South Park o Rick & Morty.
Sin embargo, detrás de esta moda aparentemente inofensiva se esconden importantes riesgos relacionados con la privacidad y la seguridad de los datos personales.
El chatbot de IA usa datos proporcionados por los usuarios para generar contenido personalizado. Al subir una imagen a la plataforma, los usuarios otorgan su consentimiento para que esa tecnología recopile información necesaria para procesar y recrear la imagen.
Según la política de privacidad de OpenAI, los datos obtenidos pueden incluir no solo el contenido cargado, sino también información personal como nombre, historial de operaciones y detalles de contacto.
Si subís una foto a ChatGPT, técnicamente perdés el control sobre cómo se almacena o procesa esa imagen. A pesar de que OpenAI dice que los datos se usan para mejorar el modelo, existe el riesgo de que, en el futuro, la foto pueda ser utilizada de maneras no previstas (por ejemplo, en entrenamiento de sistemas de reconocimiento facial sin tu consentimiento).
Además, a diferencia de herramientas como Google Fotos o iCloud, ChatGPT no es un servicio de almacenamiento seguro. Si le enviás una foto, no hay opción de borrarla manualmente después.
Uno de los peligros más alarmantes es la posibilidad de que menores de edad aparezcan en las imágenes compartidas con ChatGPT. Esto no solo representa un problema ético, sino también un peligro potencial para la seguridad de los niños.