Pronto amanecerá y el
sol aparecerá por el horizonte; intenso y brillante como de costumbre.
Los gatos son mamíferos y, como todos los mamíferos, necesitan mantener la temperatura de su cuerpo. Especialmente al dormir – su actividad preferida -, porque durante las horas de sueño su metabolismo funciona más lentamente y su temperatura corporal desciende. Cuando un gato quiere dormir, lo que realmente busca es el calor, ya sea del sol, de su acogedora camita, de nuestro regazo, de un radiador, o incluso de un aparato electrónico. Nuestra mascota no encontrará nada más sencillo y a la vez más gratificante que disfrutar del placer de una siesta al sol.
Aunque a los gatos
les guste el sol, debemos tomar precauciones y procurar que nuestra mascota no
lo tome en exceso, sobre todo en verano, especialmente si se trata de un
gato de pelo blanco o con poco pelaje.
El espectro solar se
compone de rayos visibles (40%), infrarrojos (50%) y ultravioletas (9%). En los
rayos ultravioletas (UV) distinguimos los UVA – son los más abundantes,
atraviesan la atmósfera y penetran profundamente en la piel – y los UVB –
que son frenados por la capa de ozono de la atmósfera y actúan más
superficialmente en la piel -. Parte de los rayos ultravioletas se refleja en
la piel y el pelaje, pero otra parte consigue ser absorbida.
¿Qué beneficios tiene para los gatos tomar el sol?
Una absorción moderada de la radiación ultravioleta del sol
supone una aportación saludable para el gato ya que la radiación UVB permite la
síntesis de la vitamina D (calciferol) en la piel, necesaria para la absorción
del calcio y la formación de las estructuras óseas. No obstante, la aportación
de vitamina D que desencadena la radiación solar es poco significante respecto
a la cantidad que necesita obtener nuestra mascota mediante su alimentación. No
pensemos que el sol va a suplir una dieta equilibrada.
¿Qué perjuicios puede
tener el sol para los gatos?
Una exposición
excesiva o prolongada a los rayos ultravioletas puede generar daños severos en
los componentes celulares de la piel. Los rayos pueden dañar la epidermis y los vasos sanguíneos superficiales de la
dermis. Además, estimulan la producción de radicales libres, modifican la
estructura de los queratinocitos y alteran los mecanismos naturales de
protección de la piel. Cuando la inmunidad local de la piel se ve alterada, se
incrementa el riesgo de que aparezcan infecciones bacterianas en la zona. Una
exposición prolongada a niveles dañinos de rayos ultravioletas puede originar
cambios en las estructuras profundas de la piel y la posible aparición de
tumores. Los gatos de pelo blanco o sin
pelaje son los más vulnerables a estos efectos. En el resto de las razas,
los bordes de las orejas, la nariz, los párpados inferiores y los labios son
las zonas con mayor riesgo de presentar lesiones.