Si piensas que
cortarte las uñas a un bebe es un desafío, con todo su movimiento y pataleo,
las uñas de las mascotas pueden ser el
doble de difícil, ya que a diferencia de las humanas aquí hay que tener
cuidado de no pasar a llevar terminaciones nerviosas.
“El tutor
efectivamente puede cortarle las uñas a sus mascotas luego de que su médico
veterinario le haya explicado y enseñado el procedimiento”, comenta Valenzuela. En la uña de los animales hay vasos
sanguíneos y por lo tanto el corte “debe
hacerse algunos milímetros después”.
“Si lo hacemos de
la forma correcta, cortar la uña no
debiese generar ningún tipo de dolor ni de malestar para el perro o el gato”,
dice Chávez. Para que sea así, hay que tener en la cabeza el concepto de
“despunte” más que el de corte. Es decir, quitar solo un poquito, con el
objetivo de que no sobrecrezcan pero evitando una lesión.
“Al menos la
primera mitad de la uña es irrigada y vascularizada; si hacemos un corte muy profundo, la uña va a sangrar. Si llegamos
a la vasculatura claramente habrá dolor al realizar el corte y algunos
sangramientos pueden ser profusos”, detalla el académico de la U. Santo Tomás.
Cuando las uñas del animal son negras —que pasa en algunas razas de perros como
los yorkshire terrier—, se dificulta aún
más el proceso de despunte, ya que es más complejo identificar dónde
termina el vaso sanguíneo. En esos casos es fundamental consultar con el médico
veterinario de cabecera, para que pueda instruir al tutor en el procedimiento.
Los peligros del sobrecrecimiento
Con las garras
muy largas, el principal riesgo no lo
corren tus manos o tus muebles, que sí pueden salir rasguñados, sino que
las mismas mascotas. Si su tamaño es desmedido, “empieza a haber una deformación de la uña”, explica Chávez. Si
creció demasiado, y comienza a tener forma de garfio o gancho, o bien se
encorva de una manera extraña, lo mejor
es que de ella se haga cargo un médico veterinario más que un peluquero de
animales.